Fue en un canto de pájaros donde nos encontramos,
a veces sostuvimos tristezas de distancias,
feroces melodías de aniquilados besos
que alguna vez supieron a fragua y esperanza;
en todos los instantes que nuestro amor forjó
quedaron extendidas mil grietas de pañuelos
que en puertos diferentes ensayaron su adiós,
ensayaron saladas y grises pupilas de metal.
Nada sabe el olvido de nuestros claros sueños
y la sed que sufrimos desde distintas torres,
Tú promesa del trigo que asciende entre latidos,
Yo el desterrado canto de un ave sin fronteras;
ahora cuando el beso sorprende nuestro aliento,
cuando tatuamos juntos el lomo del asfalto
y vamos inventando un pecho y la esperanza,
ahora descubrimos que hemos crecido juntos,
y por esa virtud de quemar nuestras naves
y alzarnos con la dicha y el grito lastimero,
es que las sombras tienen vedada nuestra estancia;
no hay espacio que sea tan firme en su promesa
de llenarse con frágiles pegasos que retozan
sobre la piel curtida de tiempo y de experiencia;
Tú, mirada clara como estrella que canta y se desmaya,
Yo el simple caminar por todos los caminos.
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