No busquemos soluciones inmediatas, no queramos organizar de un golpe una sociedad tan injustamente organizada durante tanto tiempo, organicemos, si, la conversión de los corazones.
Que sepan unos y otros vivir la austeridad del desierto, que sepan saborear la redención fuerte de la cruz; que no hay alegría mas grande que ganarse el pan con el sudior de la frente y que no hay, tampoco, pecado mas diabolico que quitarle el pan al que tiene hambre (homilia del 24 de febrero de 1980)
viernes, 14 de noviembre de 2008
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