La tarea era hacer reclutamientos para incorporarlos a las milicias. Y claro no era un reclutamiento a la usanza del ejercito, donde solo te bajaban del bus, te subían al camión y te llevaban al cuartel. Era un reclutamiento que te llevaba tiempo. Primero había que identificar al potencial “Recluta”, acercarse a él, ganarse su confianza, moldearlo políticamente, tantear hasta donde podía dar.
Quería paciencia y voluntad, era todo un reta y una obligación para cada elemento del frente, las formas de reclutamiento eran inimaginables y no cabrían en un manual, pues hasta parecería informal, sin embargo nos rebuscábamos para incorporar nuevos compas a las tareas milicianas en la ciudad.
Corría el año 87, a la UES habíamos llegado un montón de nuevo ingreso; antes de iniciar las clases nos daban un curso introductorio de Realidad nacional. Pedro Juan me lo dio a mi y a los de nuevo ingreso.
Ojo al Cristo ubique a algunos candidatos. Froilán me pareció buen prospecto y cabal me le acerque, me hice amigo de él, me le pegue pues, y así me gané su confianza, pude observar sus carencias y comencé a intentar suplirlas. El venía de Usulután, no era un estudiante brillante y la educación recibida fue mala, en consecuencia sus matemáticas eran para el olvido, Si acaso sabría dividir. Nada Más el mundo d e los logaritmos, integrales, ecuaciones y todas esas vainas para el eran un dolor de cabeza. Al conocer eso, yo que un poco manejaba las matemáticas, comencé a enseñarle.
Todos los días nos reuníamos, al iniciar la platica le hacia un entrón político y de valores y de socialismo de justicia social y todo eso, después le entraba al factoreo con Froilán, cuando me aseguraba que ya se había aprendido el caso, le incentivaba a leer y le daba un libro… no un libro cualquiera sino un libro que de alguna manera lo fuera llevando a mi línea política.
Al mes Froilán, terminó diciéndome, puchica usted tan buena onda que es y como piensa, a favor de los guerrilleros. Si le dije yo así es la cosa me le deje ir con un mi planteamiento político que terminó con Froilán, participando en una marcha estudiantil.
Ese ya era un enorme paso. Froilán ya iba a las marchas y se le hizo vicio. No faltaba a una, y de repente Froilán iba dando seguridad portando una “mechuda”,. Por supuesto las matemáticas no la dejábamos. Conocí el apartamento de Froilán, a su familia y a su hermano, que también terminó incorporado.
Froilan, aquel hijo de campesinos de Usulután, que no entendía nada de la lucha armada que librábamos, terminó ; por las matemáticas, siendo un ejemplar miliciano .
Con Froilán el proceso duro unos tres meses. Poco a poco le quitamos los miedos, y se fue comprometiendo. Yo fui tomado prisionero, encarcelado y luego liberado, debí irme al monte, y no regrese sino después de firmados los acuerdos.
Pregunte que había sido de Froilán. El también terminó la guerra como miliciano, y nunca mas supe de él.
Asi reclutábamos en la ciudad, despacio, haciendo conciencia, formando convicciones. Para lograrlo nosotros mismos debíamos ser ejemplo y era ese ejemplo el que hablaba mas que nada: teníamos una enorme sensibilidad, éramos solidarios, y siempre éramos los primeros. Así la gente nos seguía, así a la gente rápido le mostrábamos que no éramos lo que decían los medios de comunicación. Asi como reclutamos a Froilan reclutamos a muchos más, que desde el anonimato dieron su aporte, convencidos de la necesidad de ese sacrificio. A ellos no debemos fallarles.
viernes, 14 de noviembre de 2008
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