INDICE:
ARTICULO DE FRANCISCO QUIMERA: EL TEMA DEL MOMENTO
COLABORACION ESPECIAL DE RICARDO GALVEZ: RELATO DE UN DIA NORMAL
REFLEXIONES: EL MONJE Y LA MUJER
El tema del momento.
por Francisco Quimera
Todos ahora hablan sobre la importancia de la agricultura, ambos partidos políticos están nuevamente preocupados por la agricultura, sin embargo podemos mencionar que las políticas actualmente implementadas (prestamos blandos a la banca nacional, uso de semillas y fertilizantes a bajo costo, ayuda estatal entre otros, ya fueron en la década de los sesentas y los setentas plenamente mencionados con la “reforma agraria”, la cual nunca fue completamente implementada solo se instalo la primera etapa de dicha reforma, en los últimos veinte años, el sector agrícola, por excelencia el generador de riqueza natural y de apoyo fundamental en las economías de los países en desarrollado, se ha visto relegado a un segundo plano, dado fundamentalmente por los modelos o sistemas políticos implementadas por terceros países u organismos internacionales, que no beneficiaban a los sectores agrícolas, sino a una pequeña parte de la sociedad y a otros sectores, especialmente comercio y servicio; un ejemplo de esto han sido los diferentes modelos implementados en los diferentes gobiernos de la postguerra entre los cuales podemos mencionar: el modelo de privatización del estado, la maquila como generador de empleo, la restauración de las vías de comunicación terrestres con el fin de crear un corredor seco o vía express por Centroamérica, la implementación de la dolarización, la modernización del estado y las reformas fiscales para el incremento en las finanzas publicas, por mencionar algunas de las políticas que se han implementado en los últimos años, sin embargo en ninguna de estas resuelven la problemática social que afecta al país.
Otro sector al cual no se le da la debida importancia es a la pequeña y mediana empresa (Pymes), ya que son las de mayor desarrollo y de generación de empleo, las cuales son excluidas completamente de las políticas de los gobiernos (por olvido de las mismas o por ser futura competencia para las grandes empresas) sin embargo en los países desarrollados, existen apoyos de diversos tipos a dichas empresas, ya que piensan (y no están errados), que son la futura industria que sostendrán las producciones de sus países, así como también la visión de dichas empresas es plenamente exportadora.
Es de mencionar que la agroindustria de dichos países es subsidiada, estos han logrado comprender la importancia que dicho sector, así como Costa Rica en los años sesentas logró comprender la importancia de producir sus propios productos logrando abastecer su mercado local en un lapso de 15 años y no depender de las importaciones de productos generados por la región centroamericana.
Es de tomar en cuenta que los modelos del siglo pasado podrían ser retomados ya que los movimientos económicos dentro del capitalismo son cíclicos, sino veamos los ejemplos claros de las recesiones ocurridas en el siglo pasado en Estados Unidos con la recesión de 1929 y ahora en pleno siglo XXI con la actual recesión económica que afecta a todos los países del mundo.
De tal forma que el retomar modelos del siglo anterior no están muy lejos de ser una realidad y el Modelo de industrialización por sustitución de importaciones (ISI) creada por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y su promotor Raúl Prebish haya por los años sesentas o el Modelo de cambios de ajustes estructurales de las economías en desarrollo, están por ser retomados, especialmente ahora con el encarecimiento de los productos agrícolas y los problemas que las economías en desarrollo tienen al verse perturbadas por de forma significativa.
Es hora de implementar políticas agrarias en las cuales intervenga el estado salvadoreño, las cuales deben responder a los retos de la globalización, creando un sector agrícola competitivo que genere los productos básicos necesarios para el sostenimiento de la industria nacional.
RELATO DE UN DIA NORMAL
Colaboración especial de Ricardo Galvez.
Colaboración especial de Ricardo Galvez.
No hay como el día con sucesos imprevistos para enredarse una historia y ser protagonista…. Te ha sucedido que en ocasiones, cuando te levantas, lo primero con lo que te encuentras es que al presionar el grifo de la regadera de tu baño, sólo escuchas un zumbido burlón y el preciado líquido no aparece, sin más remedio que obviar el baño diario y vestirte con una especie de desagrado y desilusión con los primeros trapos que encuentras en tu perchero y salir disparado al trabajo, sintiendo la sensación de ser observado por el compañero de asiento del autobús. Cuando llegas a tu oficina el jefe te lanza una mirada inquisitiva, un tanto sorprendido, quizás porque has llegado más temprano que nunca a tus labores y un tanto desaliñado. No te pusiste esa loción que tanto te agrada y que al subir el sol esparce un aroma a dulce de menta y chocolate olvidado por más de dos días, que se expande por todo el lugar y que siempre creíste que era del agrado de tus compañeras de trabajo, y que tus compañeros por prudencia y discreción jamás te han dicho que sabe horrible; tampoco has tenido tiempo para vaciarte la mitad del recipiente de fijador en el cabello y que al deslizarse por efecto del calor, hace brillar tu rostro de una forma extraña y todos creen que padeces de algún mal incurable que te provoca fiebres perpetuas, algo así como malaria, el nudo de la corbata a medio hacer que más bien parece que acabas de llegar, no a una oficina, sino a un bar y te pones cómodo; jamás te has percatado de tal situación y eso te favorece, emprendes tus labores con más bríos que un animal salvaje y el jefe, siempre inquisitivo, se pregunta en sus adentros de cual habrás fumado o si pretendes nuevamente, pedirle el temido aumento. Cuando llegas a casa te pones cómodo, pero sólo te cambias los deslustrados zapatos a cambio de un par de sandalias parecidas a esas que se calzan los profetas en las películas que evocan tiempos antiguos, y que tú aprecias tanto, en especial por las grandes melenas que se dejan caer sus personajes. Sales a la acera de tu casa y puedes ver que otros ojos estaban esperando tu regreso, pero a esos ya no les importa tu facha, a fuerza de verte todos los días se han acostumbrado a ella; rozando con sus lenguas la rutina del vecino te han clasificado en el rubro de los raros, los que apenas saludan y se desvelan todos los días en juergas y orgías que ellos imaginan, y te creen un degenerado. La vecina de la tienda junto a la gorda que te vende las tortillas, cuchichean hilvanando otra historia en la que por el momento no tienes cabida: la mujer del 10, la que no hace más que cuidar que por su patio no pase nada desapercibido en cuestiones de amoríos, ha sido sorprendida en falta con el vecino del 12, el que golpea a su mujer cuando se emborracha y tiene un expediente policial con tantos folios, que una camándula de las que usan las vecinas encargadas de administrar las sagradas novenas se quedaría corta. Susurran que lo vieron saltar el muro del vecino, que es un policía retirado y vive en el 14, si, ese que siempre anda pensando como deshacerse de los perros de la cuadra así como de los niños que juegan a la pelota en la calle, argumentando que le roban el sueño y que perros y niños son una plaga que es necesario erradicar para siempre del barrio. Entre tantos ojos y tantas historias te sientes como en éxtasis, no pierdes ni un gesto por insignificante que parezca, contemplas la vida que pasa ante ti como un torbellino y una especie de colmillo de vampiro dispuesto a saciarse de lo que encuentre a su paso. Regresas a tu cuarto y desde allí les das las gracias a esos pequeños eventos de este día, y te cagas de la risa cuando sobre el papel empiezan tus garabatos a revivir la expresión del jefe en la oficina, de la secretaria del jefe y su faldita minúscula que te entretiene con la visión de sus mágicas y bien formadas piernas, la voz de pozo de la vecina que te dice “buenas tardes” y la gama de imágenes que hasta tu retiro llegan, solapadas e inquietas porque les des vida, bicho raro que apenas saludas y te desvelas en juergas y orgías que tus vecinos imaginan.
El monje y la mujer.
De camino hacia su monasterio, dos monjes budistas se encontraron con una bellísima mujer a la orilla de un rio. Al igual que ellos, quería ella cruzar el rio, pero este bajaba demasiado crecido. De modo que uno de los monjes se la echó a la espalda y la pasó a la otra orilla.
El otro monje estaba absolutamente escandalizado y por espacio de dos horas estuvo censurando su negligencia en la observación de la Santa Regla: ¿había olvidado que era un monje? ¿ como se había atrevido a tocar a una mujer y a transportarla a l otra lado del rio? ¿Qué diría la gente? ¿no había desacreditado la santa religión? Etcétera.
El acusado escuchó pacientemente el interminable sermón, Y al final estalló “hermano yo he dejado aquella muer en el rio. ¿Eres tú quien la lleva ahora?”
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