Vertiente azul, plagada de armonía,
son los cristales de tus labios santos,
pájaro simple que al amor me guía,
liberando su flecha de mil cantos.
Ritmo de paz, viajero sin destino,
flotando libre en medio de la vida,
remanso y corazón en el camino,
latiendo firme al centro de la herida.
Verso de savia y de color pagano,
que devoró con besos mis querellas,
blanca guirnalda de latir ufano,
deshojando en el sueño sus estrellas.
Disuelta voz llegando con la tarde
para besar mis ojos con su trino,
lengua torcaz, sediento cuerpo que arde,
tierno mirar, centauro vespertino.
Cuando me llegan los sonidos tuyos
todo se enciende en los altares míos,
se derrama mi copa de cocuyos
y el corazón se pinta desafíos.
Por eso lanzo mis errantes versos
a tu camino de vitral sagrado,
por eso tallo nuevos universos
en la madera de tu ser callado.
El anterior es uno de los poemas, del ahora poeta, Ricardo Gálvez, quien para nosotros es César.
¿donde está césar ahora? ¿quien pudiera decirlo?, quizas en alemania, cantandole a su musa.
el guerrero cantor, no nos dejo seña ni contraseña: pero estamos claros que pronto aparecerá; pues nuestro César, dejará que sepamos de él cuando quiera. para mientras, y mientras no nos lo impida seguiremos compartiendo su poesía.
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